Lesbofobia

Pensando en el asesinato de Pepa Gaitán, y por petición desde allí, subimos la definición de lesbofobia.  Una referencia a la historia del juicio la puedes encontrar aquí

R./L.Platero 

Por el término lesbofobia solemos referirnos al rechazo social o individual ante el hecho que existen mujeres que eligen tener relaciones afectivas y sexuales con otras mujeres. Este rechazo incluye la invisibilizar estas relaciones, hacer como si no existieran, desexualizar sus vivencias o hipersexualizarlas como si fueran exhibiciones sexuales destinadas al erotismo de los varones heterosexuales. Otra forma de invisibilizar a las lesbianas es considerar que sus vivencias son una expresión femenina de las relaciones entre varones, sin comprender que existe un orden social imperante que construye a las mujeres y a los hombres, lesbianas y homosexuales incluidos, bajo expectativas, demandas e imaginarios sociales distintos.
        
Un elemento clave de la lesbofobia está vinculado a encarnación de la ‘masculinidad femenina’. Es decir que cuando una persona que socialmente está designada como mujer no cumple con las demandas sociales que se esperan de esta designación social, recibe el castigo que tiene como objetivo disciplinar a esta persona y a todas las mujeres en general. Nos referimos a que en cada ruptura en la que una mujer hace tareas o se desempeñan labores que no se entienden como femeninas, cuando no se tiene una actitud o un comportamiento social típicamente considerado propio de las mujeres, cuando el aspecto y ademanes se apropian de los que son consideramos como masculinos, esta persona se expone a ser excluida de la sociedad o ser castigada socialmente. De hecho no es imprescindible ser lesbiana para recibir el castigo social, sólo es necesario que se interprete y se perciba que se es lesbiana.

Las exclusiones sociales o castigos incluyen habitualmente la designación de ‘fealdad’, - que se aleja radicalmente de la imagen de la lesbiana sexy que en realidad es una fantasía heterosexual-. Esta masculinidad femenina, o fealdad, se interpreta como un signo de peligrosidad social y como evidencia de la necesidad de intervención correctora, especialmente cuando se acerca la adolescencia, momento clave de incorporación a los roles sociales tradicionales. Es precisamente esta señal, la masculinidad de las jóvenes adolescentes, la que alerta de un deseo lesboerótico, y como dice Judith Halberstam es esta combinación la que se manifiesta como tremendamente peligrosa y la que genera la mayor agresividad por aquellas personas que se sienten aludidas en ese papel disciplinador sobre el género y la sexualidad.

Es decir, a mi juicio, no es tanto la sexualidad incipiente como la quiebra de la norma de género que impone a las mujeres ser de una manera determinada la que genera una respuesta social negativa, que es violenta –a los hombres también se les impone un espacio muy delimitado para la expresión de su masculinidad que se disciplina con el uso de la homofobia-. Al igual que Gerard Coll i Planas entiendo que estamos hablado de una expresión de “violencia de género”, ampliando así el concepto que habitualmente tenemos y que se refiere únicamente a la violencia que reciben las mujeres por parte de los hombres. Mostrar y encarnar una trasgresión de género, que se entiende como una expresión de masculinidad sea ésta cual sea, además del deseo por tener relaciones afectivosexuales con mujeres se percibe como una ruptura a las normas sociales. Supone un desafío a la idea de normalidad que encierra una naturalización de la heterosexualidad obligatoria, esa norma tan importante y que se refuerza constantemente en una multiplicidad de exigencias sociales que se articular en la demanda de comportamientos estereotipados a los miembros de la sociedad. Las mujeres han de ser y comportarte estereotípicamente, dentro de unos cánones sociales que son cultural e históricamente específicos.

BIBLIOGRAFIA

·      Coll i Planas, Gerard (2010). La voluntad y el deseo. La construcción social del género y la sexualidad. Madrid: Egales.
·      Halberstam, Judith (2008). Masculinidad Femenina. Madrid: Egales.
·      Platero, Raquel (2008). La construcción del sujeto lésbico. En Platero, Raquel (coord.), Lesbianas. Discursos y Representaciones. Barcelona: Melusina. 17-30.
·      Platero, Raquel (Lucas) (2009). La masculinidad de las biomujeres: marimachos, chicazos, camioneras y otras disidentes. Jornadas Estatales Feministas de Granada. Mesa Redonda: Cuerpos, sexualidades y políticas feministas. 6 de Diciembre de 2009. 

1 comentario:

Cristina dijo...

Todo lo que habláis de la lesbofobia se podría resumir a la exigencia de que la mujer esté al servicio del hombre, en cuanto a disponibilidad y atractivo sexual.