El derecho a existir es un derecho conectado íntimamente con el derecho a la expresión y a la palabra. Hoy estos derechos nos son vulnerados continuamente gracias a las fronteras y los límites impuestos por este sistema globalizado heteropatriarcal y capitalista, que deja fuera de sus márgenes a todas aquellas que no queremos obedecer a sus normas de exclusión.
Por eso, hoy queremos denunciar esas fronteras que nos excluyen, que nos exilian porque no tenemos una documentación que nos acredite como ciudadanas, las denunciamos para poder vivir y movernos libremente por el espacio. Queremos denunciar la negación del derecho de asilo para todas las personas perseguidas por cuestiones de género o identidad sexual, como sucede en Latinoamérica, en donde personas no heterosexuales son hostigadas por “escuadrones de la muerte” y grupos paramilitares que llevan a cabo la llamada “limpieza social”. Lo que denominan “violación curativa” es una forma de convertir lesbianas o mujeres con sexualidades no normativas en blanco del odio social en muchos países del mundo. Así mismo, en muchos países de África y Asia, aún hoy mantener relaciones consensuadas con personas del mismo sexo es considerado un delito, castigado con cárcel o pena de muerte. Devolver a sus países de origen a estas personas que han sido perseguidas es enviarles a una muerte segura (simbólica o material). Esto ocurre con muchas personas portadoras del VIH que no pueden acceder a medicación de manera oportuna ya que ésta está en manos de un mercado genocida.
Las fronteras que hoy denunciamos se construyen y refuerzan día a día gracias a la deliberada represión de las personas migrantes en nuestras calles y en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIES). Actualmente se esta preparando una reforma que endurece aún más la actual Ley de Extranjería y estamos aquí para rechazarla de antemano. No nos olvidamos de aquellos que, subvencionados por este régimen pretenden representarnos a lxs trabajadorxs y a las personas LGTBQ avalando esta reforma con un apoyo activo, los primeros, y un vergonzoso silencio, los segundos. Si esta ley se aprueba y los CIES no se cierran, habrán contribuido a silenciar la violación de derechos humanos fundamentales con acciones como redadas policiales semanales en parques, locutorios y bocas de metro, además de las vejaciones, palizas y torturas que se producen dentro de los propios centros. Los CIES, son la versión autóctona de un campo de concentración como Guantánamo y desgraciadamente son muchos los que se extienden a lo largo de todo el territorio español.
Pero, si hablamos de fronteras también debemos mencionar las que hay dentro del propio territorio del Estado español. Aquellas fronteras sutiles que nos obligan a emigrar a las ciudades para poder “entender”, para poder existir sin la fragmentación a la que nos obliga un entorno social y familiar que nos silencia y nos destierra.
Al interior de estas fronteras el consumo también condiciona nuestros cuerpos, determinando su forma, atravesando nuestra identidad y exigiendo que nuestros afectos se inscriban dentro de una marca registrada. No queremos habitar un ghetto comercial donde sólo se existe siendo un gay-trans-lesbiana de fin de semana. Donde las relaciones se mercantilizan y sólo se tiene acceso a este supuesto “existir” a través del dinero. No queremos consumir para finalmente ser consumidos por el mismo engranaje que nos oprime.
Fronteras las hay también entre lo que significa tener un género construido libremente y otro impuesto, diagnosticado por quienes detentan el poder científico. Las personas trans o quienes desobedecemos a los dictados del género queremos llenar de significado nuestros cuerpos y nombrarnos como queramos. No queremos al “gran padre” vigilante de nuestra construcción de género, ni queremos decidir entre las dos únicas opciones que nos da el binarismo mujer-hombre en el que no nos ubicamos. Exigimos que el Gobierno respalde los derechos de las personas transgénero y transexuales sin tratar como enfermedad lo que es diversidad. No somos enfermas: somos diversas.
Por último denunciamos que también hay fronteras que marcan nuestro día a día, en el que la visibilidad se convierte en un privilegio de un restringido grupo social. Transitamos diariamente en esta sociedad machista, homófoba y transfóbica donde a pesar de las leyes que nos protegen tenemos que invisibilizarnos dentro de la cadena de producción, en la lucha diaria por la supervivencia. En el trabajo, en muchos barrios y en muchas calles no encontramos referentes ni espacios no violentos, donde el ser visibles no sea considerado una provocación y excusa para la violencia verbal o física. Seguimos siendo objeto de chistes y caricaturas en los medios de comunicación que distan mucho de dar una imagen positiva que apoye a nuestra diversidad. Todavía no existimos en lo cotidiano. Estamos fuera, al margen de la programación heterosexual del espacio, los cuerpos y los trabajos. Por ello hoy víspera del 28 de Junio y 40 aniversario de la revuelta de Stonewall, día que reivindicamos libre del mercado y por la liberación sexual tomamos las calles y seguiremos haciéndolo para que la diversidad no sea un motivo de precariedad. Y estamos aquí y gritamos:
¡DERECHOS PARA TODAS!
¡TODAS SOMOS MIGRANTES!
¡CON FRONTERAS NO HAY ORGULLO!
Manifestación: “Con fronteras no hay orgullo”
Sábado, 27 de Junio
19.30 horas
Pza. Jacinto Benavente – Atocha
Organiza: Asamblea de Orgullo Migrante
Por eso, hoy queremos denunciar esas fronteras que nos excluyen, que nos exilian porque no tenemos una documentación que nos acredite como ciudadanas, las denunciamos para poder vivir y movernos libremente por el espacio. Queremos denunciar la negación del derecho de asilo para todas las personas perseguidas por cuestiones de género o identidad sexual, como sucede en Latinoamérica, en donde personas no heterosexuales son hostigadas por “escuadrones de la muerte” y grupos paramilitares que llevan a cabo la llamada “limpieza social”. Lo que denominan “violación curativa” es una forma de convertir lesbianas o mujeres con sexualidades no normativas en blanco del odio social en muchos países del mundo. Así mismo, en muchos países de África y Asia, aún hoy mantener relaciones consensuadas con personas del mismo sexo es considerado un delito, castigado con cárcel o pena de muerte. Devolver a sus países de origen a estas personas que han sido perseguidas es enviarles a una muerte segura (simbólica o material). Esto ocurre con muchas personas portadoras del VIH que no pueden acceder a medicación de manera oportuna ya que ésta está en manos de un mercado genocida.
Las fronteras que hoy denunciamos se construyen y refuerzan día a día gracias a la deliberada represión de las personas migrantes en nuestras calles y en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIES). Actualmente se esta preparando una reforma que endurece aún más la actual Ley de Extranjería y estamos aquí para rechazarla de antemano. No nos olvidamos de aquellos que, subvencionados por este régimen pretenden representarnos a lxs trabajadorxs y a las personas LGTBQ avalando esta reforma con un apoyo activo, los primeros, y un vergonzoso silencio, los segundos. Si esta ley se aprueba y los CIES no se cierran, habrán contribuido a silenciar la violación de derechos humanos fundamentales con acciones como redadas policiales semanales en parques, locutorios y bocas de metro, además de las vejaciones, palizas y torturas que se producen dentro de los propios centros. Los CIES, son la versión autóctona de un campo de concentración como Guantánamo y desgraciadamente son muchos los que se extienden a lo largo de todo el territorio español.
Pero, si hablamos de fronteras también debemos mencionar las que hay dentro del propio territorio del Estado español. Aquellas fronteras sutiles que nos obligan a emigrar a las ciudades para poder “entender”, para poder existir sin la fragmentación a la que nos obliga un entorno social y familiar que nos silencia y nos destierra.
Al interior de estas fronteras el consumo también condiciona nuestros cuerpos, determinando su forma, atravesando nuestra identidad y exigiendo que nuestros afectos se inscriban dentro de una marca registrada. No queremos habitar un ghetto comercial donde sólo se existe siendo un gay-trans-lesbiana de fin de semana. Donde las relaciones se mercantilizan y sólo se tiene acceso a este supuesto “existir” a través del dinero. No queremos consumir para finalmente ser consumidos por el mismo engranaje que nos oprime.
Fronteras las hay también entre lo que significa tener un género construido libremente y otro impuesto, diagnosticado por quienes detentan el poder científico. Las personas trans o quienes desobedecemos a los dictados del género queremos llenar de significado nuestros cuerpos y nombrarnos como queramos. No queremos al “gran padre” vigilante de nuestra construcción de género, ni queremos decidir entre las dos únicas opciones que nos da el binarismo mujer-hombre en el que no nos ubicamos. Exigimos que el Gobierno respalde los derechos de las personas transgénero y transexuales sin tratar como enfermedad lo que es diversidad. No somos enfermas: somos diversas.
Por último denunciamos que también hay fronteras que marcan nuestro día a día, en el que la visibilidad se convierte en un privilegio de un restringido grupo social. Transitamos diariamente en esta sociedad machista, homófoba y transfóbica donde a pesar de las leyes que nos protegen tenemos que invisibilizarnos dentro de la cadena de producción, en la lucha diaria por la supervivencia. En el trabajo, en muchos barrios y en muchas calles no encontramos referentes ni espacios no violentos, donde el ser visibles no sea considerado una provocación y excusa para la violencia verbal o física. Seguimos siendo objeto de chistes y caricaturas en los medios de comunicación que distan mucho de dar una imagen positiva que apoye a nuestra diversidad. Todavía no existimos en lo cotidiano. Estamos fuera, al margen de la programación heterosexual del espacio, los cuerpos y los trabajos. Por ello hoy víspera del 28 de Junio y 40 aniversario de la revuelta de Stonewall, día que reivindicamos libre del mercado y por la liberación sexual tomamos las calles y seguiremos haciéndolo para que la diversidad no sea un motivo de precariedad. Y estamos aquí y gritamos:
¡DERECHOS PARA TODAS!
¡TODAS SOMOS MIGRANTES!
¡CON FRONTERAS NO HAY ORGULLO!
Manifestación: “Con fronteras no hay orgullo”
Sábado, 27 de Junio
19.30 horas
Pza. Jacinto Benavente – Atocha
Organiza: Asamblea de Orgullo Migrante
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